Los niños de la urbanización viven en relucientes casas unifamiliares con sus felices pero convencionales familias, la pequeña Loes lo hace en la vieja rectoría, junto a su madre y los dos inquilinos y amantes de ésta, quienes ejercen de bondadosos padres de la niña. Un día aparece el cadáver de un vecino con un lápiz clavado en un ojo. Todas las hipótesis apuntan a que este hombre intentó abusar sexualmente de Loes y que la madre de ésta lo asesinó. La infancia de la niña se convierte en un auténtico infierno. Sólo a medida que crece irá desvelando los misterios del oscuro crimen, cuyo desenlace ni ella misma puede prever: desde el principio su madre convirtió su vida en una gran mentira que los dos amantes de ésta prolongaron. Una desasosegante novela acerca de la misteriosa relación entre víctimas y verdugos.
Renate Dorrestein: La oscuridad que nos separa (Anagrama)